Lo que llevé a pasear
-Mi camperita. Es una campera liviana que estrenaba en este viaje. Bah, la usé una vez acá en Bs As y luego decidí llevarla por varias razones: es pequeña, liviana, enrrollable y abriga bastante. Pero en Jordania hacía calor, y si bien a la noche bajaba un poco la temperatura, no era como para ponerse campera, así que esto fue lo primero que llevé a pasear y no usé. Por supuesto, no estaba en mis planes no llevar abrigo, por lo menos algo livianito tenía que llevar, qué sé yo... uno nunca sabe. Creo que este ítem va a ir siempre en la valija, lo use o no.
-El cargador de baterías portátil. El año pasado tampoco lo usé. En fin, la verdad que desde que lo compré no lo utilicé nunca y me da mucha bronca porque es algo que puede ser de mucha ayuda en caso de no tener enchufes disponibles, o de quedarme sin baterías en medio de una excursión, etc, más que todo por la tablet, ya que mi celular muere en cuanto sale de Argentina y sólo uso la tablet para comunicarme vía mail o skype. No ocupa mucho lugar, no pesa demasiado, pero es un bultito más. Para el año que viene veré si vuelvo a llevarlo o si decido aguantarme y ver qué pasa.
-Este año estrené cámara nueva. Una Lumix fz70 que la verdad, es un golazo. Por ende, mi cámara compacta fue solo de paseo. La verdad, no sabía cuánto me duraba la batería de la Lumix, así que no solo llevé también la cámara compacta sino que encima llevé una batería extra para la cámara nueva y no la usé. Sinceramente, tengo terror a quedarme sin baterías en la cámara y empezar a seleccionar que fotos saco de antemano tratando de hacer un cálculo de cuántas rayitas de la batería se ven en la pantalla. Una vez leí por ahí en otro blog que una de las cosas de las que se puede prescindir en el equipaje es la cámara de fotos ya que las imágenes quedan en la memoria y blah blah blah..... WTF!!??? la verdad, prefiero no llevar calzones antes que no llevar cámara...Así que para el año que viene, haré un esfuerzo por llevar una sola cámara y, eso sí, un par de baterías por las dudas.
Lo que llevé y me sirvió
-Seleccioné 4 remeras de manga corta y las usé a todas ya que el calor intenso te hacía sudar bastante. Por supuesto, intenté usar colores variados, por el temita ese de que de pura casualidad siempre mis camperas son de color violeta (de hecho la que llevé y no usé era negra con turquesa).
-Usé mucho protector solar. Yo soy morocha, digamos que no tengo una piel muy sensible al sol en cuanto a daños y quemaduras pero hay que protegerse para evitar daños futuros. En todos mis viajes suelo llevar protector solar y después termino no usándolo. Esta vez, me aplicaba a la mañana antes de salir a la excursión, y durante el día iba renovándolo, especialmente en la excursión a Petra donde estuve todo el día caminando bajo el sol ardiente. Llevé un envase pequeño, de la marca Avène con FPS 50. Es un envase bastante chico y chatito, ideal para el bolsillo y la verdad que me vino de diez ya que la idea era no volver con envases de productos a medio usar. Lo utilicé todo y lo descarté allá. Una cosa menos.
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-En cuanto a otros productos de higiene personal y o cosméticos, no me volví con nada. Todo lo que llevé (desodorante, pasta de dientes, muestras de perfume, protector solar, protectores diarios femeninos, protector de labios, incluso el delineador de ojos, la máscara de pestañas y el labial) lo terminé de utilizar allá y descarté el envase vacío o casi vacío. Así da gusto. Por supuesto era todo de tamaño pequeño o ya en uso, así que no me costó mucho trabajo usarlo hasta que se acabe.
-Esta vez me llevé el termo y el mate. El año pasado a Turquía no había llevado termo porque pensé que en los hoteles había una jarra para calentar agua en las habitaciones, pero me falló el pronóstico y sólo dos días pude tomar mate o hacerme un té en la habitación. Esta vez no me agarraban, así que me llevé uno de esos termos Taragüí de telgopor y por las dudas un calentador de agua. Obvio, esta vez sí había jarra para calentar en todos lados. Murphy no me quiere. En fin, lo bueno es que lo llevé y lo usé.
-Tenía todas las comidas incluidas, así que no necesité comprar nada para comer. Sólo agua y agua y agua. Tenía una colección de botellas de agua. Durante el camino se me recalentaban con el calor y el sol, pero utilizaba luego esa misma agua para tomar mate en el hotel. Nada se desperdicia.
-El año pasado tenía incluídas las cenas en los hoteles y había decidido llevarme algo de ropa decente para no caer como Indiana Jones en el comedor del hotel. Esta vez no llevé ropa extra sino que utilicé las calzas negras que usé en el avión, unas crocs chatitas negras y una remerita. Así nomás. Igual no había ni el loro en el hotel...
-Pensé en no llevar el celular pero luego me acordé que al llegar a Ezeiza empiezan a caer los mensajes que quedaron dando vuelta en la nebulosa de internet y además mi novio me pasa a buscar por el aeropuerto así que despues de meditarlo bien, decidí que lo iba a necesitar en el aeropuerto. Cuando estoy de vacaciones no me importa nada, les aviso a los del laburo que no voy a estar, y en caso de necesitar algo que me manden un mail y esperen a que lo conteste cuando llegue al hotel, así que los mensajitos y whatsapp son al divino botón. Entonces como resumen: el celular no me sirve allá, pero cumple su función al llegar a la Argentina y como despertador.
Lo que extrañé
Nada. Absolutamente nada. Jamás me arrepentí de no haber llevado algo. Voy aprendiendo.
cosas que llevé y no usé, cámara compacta, camperita, cargador portátil. Creo que para el próximo viaje, dejo en casa la compacta. La campera la voy a llevar aunque sea un destino cálido, soy friolenta y uno nunca sabe si de repente se viene un viento frío que baja la temperatura. El cargador portátil... mmhh, para pensarlo, ya van dos viajes que no lo uso.
Peso de la valija a la ida: 7,4 kg
Peso de la valija a la vuelta: 7 kg
Genial!!!
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